Todas las mañanas la maestra Katia se levantaba muy temprano, preparaba sus cosas para ir a la escuela y antes de salir de casa pedía siempre el mismo deseo.
Todas las mañanas Priscila caminaba por el parque hasta llegar a la escuela, esa mañana Priscila vio un diente de león en el camino y pensó:
─ ahora tengo un deseo, lo guardaré hasta que lo haya pensado muy bien.
Y siguió caminando ahora con más cuidado hacia la escuela, en el camino se encontró a Laura que saludo a Priscila:
─ Hola Priscila, ¿también vas tarde a la escuela?
─ Hola Laura, me he encontrado este diente de león en el camino, y no se me ha ocurrido que deseo pedir, así que me he venido caminando muy despacio para que no se vuele.
─ Si yo tuviera un diente de León sabría que pedir, le dijo Laura a Priscila, así que Priscila lo pensó un poco, y miro el reloj, al paso que iba no llegaría a su primera clase y tenía examen, así que le dio el diente de León a Laura y le dijo:
─ Tómalo, yo no sé qué pedir, tú le sacaras provecho y Priscila salió corriendo a la escuela para llegar a tiempo.
Laura tomó el diente de León, lo miró y lo miró, de pronto su mente se quedó en blanco y todas las buenas ideas que había tenido le parecían tontas o aburridas, así que para que no se estropeara, camino lento, muy lento cubriendo el diente de León con las manos sin perderle de vista. En eso, paso Santiago y saludo a Laura:
─ ¡Hola Laura!, ¿también vas tarde a la escuela? Le pregunto.
─ iba a buen tiempo, pero Priscila me ha dado este diente de León para que pidiera un deseo y ahora no sé qué pedir, lo llevo con cuidado para que no se deshoje, pero tengo que ir lento. Santiago le respondió:
─ Si yo tuviera un diente de León ya sé que pediría.
Santiago se escuchaba bastante seguro, así que Laura no dudo, ya se había demorado mucho en pensar y pensar, y no se le ocurría nada verdaderamente bueno que pedir, así que se lo dio a Santiago y le dijo:
─ tómalo, tú le sacaras provecho y Laura salió corriendo a la escuela para llegar a tiempo.
Santiago se detuvo un momento, tomo el diente de León y su rostro se iluminó, y muchas cosas lindas empezaron a pasar por su cabeza, la camiseta de la selección, un balón autografiado de su equipo favorito, quizá un boleto para verlos jugar en el estadio, y luego pensó en las posibilidades de que todo eso pasara por un simple deseo, y se le ocurrió que era más fácil pedirle a su papá que se lo comprara, su sonrisa se borró del rostro y comenzó a caminar lento, muy lento para que el diente de León no se volara, en eso Mateo lo alcanzo en el camino y saludo a Santiago:
─ hey! Santiago, apúrate que vamos tarde, Santiago le respondió:
─ Hola Mateo, tengo un diente de León que me dio Laura, pero ya no sé qué pedir, creo que tengo que pedir algo realista,
─ ¿Algo realista? Le pregunto Mateo, yo más bien pediría algo imposible, le dijo a Santiago.
Santiago se lo pensó un momento, algo imposible sonaba bien, pero tampoco se le ocurría nada en ese momento, así que le dio el diente de león a Mateo y le dijo:
─ Tómalo, tú le sacaras provecho y Santiago salió corriendo a la escuela para llegar a tiempo.
Mateo siguió caminando, pero lento, pensando en algo imposible para pedir de deseo, cuando entro al salón de clases saludo a la maestra y notó en su mirada algo que no había visto antes, era una mezcla de tristeza, cariño y nostalgia, Mateo tomó asiento, sacó uno de sus cuadernos y arrancó una hoja, hizo un sobre y guardó el diente de león en él y escribió “para un deseo imposible”, cuando terminó la clase Mateo dejó el sobre en el escritorio de la maestra. Esa tarde cuando la maestra Katia llego a casa, su deseo se había cumplido.
VAnel GonCab